
LA AVENTURA DE SER MAESTRO
Afortunadamente creo que no tuve que pasar por la situación tan traumática que representa el enfrentarse por primera vez a un grupo, esto gracias a que cuando estudiaba en la escuela Normal realice primeramente prácticas de observación en grupos de escuelas primarias, y posteriormente tuve la oportunidad de “practicar”, es decir de tener un grupo para “dar clase”, al principio una vez por mes y al fin del semestre una semana completa.
Esto permite que uno se familiarice con la actividad docente y que cuando empiece a trabajar como profesor ya no vaya desarmado a enfrentarse al grupo.
Por otro lado, cuando estudié la Licenciatura en Historia en la Universidad Pública, también pude “practicar” en grupos de escuelas secundarias, como parte de nuestra formación.
Coincido con José M. Esteve en cuanto a que la enseñanza es una profesión ambivalente y por lo tanto impredecible, no existen ni existirán recetas para el “buen profesor”; por ello día con día será una nueva oportunidad de enseñar a la vez que se aprende.
Como Docentes tenemos la opción de disfrutar nuestro trabajo y de tratar de mejora día con día corrigiendo errores y fortaleciendo aciertos, o podemos angustiarnos y aburrirnos de lo que hacemos desempeñándonos mecánicamente sin encontrarle mayor satisfacción a lo que hacemos. Esto lógicamente lleva a la frustración y a la simulación.
En lo personal considero que en mis primeros años de trabajo pasé por una fase de descontrol en la que me cuestionaba si en realidad estaba dentro de lo que me gustaba realizar; pero al paso del tiempo empecé a encontrarle el gusto y la satisfacción a mi labor.
Llegó el momento en que pude ve a la enseñanza como un momento “mágico” en el que me transformaba poniendo todo mi interés en cada clase; echando mano de los recursos existentes y sacando provecho de los aprendizajes previos de los alumnos.
Retomando los términos de Esteve, creo que pude alcanzar mi propia identidad profesional; obtuve satisfacción de ver como los alumnos aprendían las matemáticas y se creaba un vínculo de confianza entre ellos y yo. Para ello se requiere ser “humilde” no presumir de que uno sabe tanto o de que ha estudiado tanto; ellos lo reconocen en la práctica, en la clase; no se trata sólo de saber mucho sino más bien de saberlo enseñar.
Una vez que se crea ese vínculo de confianza con el grupo, se tiene ganado mucho camino, pues se puede implementar técnicas de trabajo colaborativo, se puede controlar la disciplina, se pueden usar “monitores”, se puede trabajar el método de “resolución de problemas”, se puede buscar aplicaciones prácticas y muchas cosas más.
Con el ensayo y error se van puliendo las estrategias de enseñanza y de comunicación, se aprende cuando uno debe ser protagonista y cuando de debe dejar que el alumno lo sea. En lo personal he tratado que los conocimientos estuvieran al nivel de los alumnos y nunca adopté el papel de “sabelotodo” , pero aprecié en otros compañeros que eso te aleja de los alumnos, forma una barrera.
En los 29 años que tengo como profesor me tocó ver como se ha ido desvalorizando el papel del profesor, no faltaba quien dijera vas a estudiar “aunque sea de profesor” después de que no ingresaban a la carrera que deseaban.
Sin embargo considero que los docentes debemos aspirar a ser “maestros de humanidad”, e acuerdo con Esteve, viendo la clase como un momento mágico en el que nos transformamos en seres especiales que facilitamos el aprendizaje significativo en los alumnos, que tenemos el desafío de saber cada día más y de lograr que los alumnos aprendan mejor. Convirtamos la tarea de ser maestros en una aventura excitante que nos deje satisfacciones y nos permita formar mejores seres humanos y profesionistas capaces de convivir sanamente con sus semejantes y de implementar mejoras continuas para el mundo en que todos vivimos.
Afortunadamente creo que no tuve que pasar por la situación tan traumática que representa el enfrentarse por primera vez a un grupo, esto gracias a que cuando estudiaba en la escuela Normal realice primeramente prácticas de observación en grupos de escuelas primarias, y posteriormente tuve la oportunidad de “practicar”, es decir de tener un grupo para “dar clase”, al principio una vez por mes y al fin del semestre una semana completa.
Esto permite que uno se familiarice con la actividad docente y que cuando empiece a trabajar como profesor ya no vaya desarmado a enfrentarse al grupo.
Por otro lado, cuando estudié la Licenciatura en Historia en la Universidad Pública, también pude “practicar” en grupos de escuelas secundarias, como parte de nuestra formación.
Coincido con José M. Esteve en cuanto a que la enseñanza es una profesión ambivalente y por lo tanto impredecible, no existen ni existirán recetas para el “buen profesor”; por ello día con día será una nueva oportunidad de enseñar a la vez que se aprende.
Como Docentes tenemos la opción de disfrutar nuestro trabajo y de tratar de mejora día con día corrigiendo errores y fortaleciendo aciertos, o podemos angustiarnos y aburrirnos de lo que hacemos desempeñándonos mecánicamente sin encontrarle mayor satisfacción a lo que hacemos. Esto lógicamente lleva a la frustración y a la simulación.
En lo personal considero que en mis primeros años de trabajo pasé por una fase de descontrol en la que me cuestionaba si en realidad estaba dentro de lo que me gustaba realizar; pero al paso del tiempo empecé a encontrarle el gusto y la satisfacción a mi labor.
Llegó el momento en que pude ve a la enseñanza como un momento “mágico” en el que me transformaba poniendo todo mi interés en cada clase; echando mano de los recursos existentes y sacando provecho de los aprendizajes previos de los alumnos.
Retomando los términos de Esteve, creo que pude alcanzar mi propia identidad profesional; obtuve satisfacción de ver como los alumnos aprendían las matemáticas y se creaba un vínculo de confianza entre ellos y yo. Para ello se requiere ser “humilde” no presumir de que uno sabe tanto o de que ha estudiado tanto; ellos lo reconocen en la práctica, en la clase; no se trata sólo de saber mucho sino más bien de saberlo enseñar.
Una vez que se crea ese vínculo de confianza con el grupo, se tiene ganado mucho camino, pues se puede implementar técnicas de trabajo colaborativo, se puede controlar la disciplina, se pueden usar “monitores”, se puede trabajar el método de “resolución de problemas”, se puede buscar aplicaciones prácticas y muchas cosas más.
Con el ensayo y error se van puliendo las estrategias de enseñanza y de comunicación, se aprende cuando uno debe ser protagonista y cuando de debe dejar que el alumno lo sea. En lo personal he tratado que los conocimientos estuvieran al nivel de los alumnos y nunca adopté el papel de “sabelotodo” , pero aprecié en otros compañeros que eso te aleja de los alumnos, forma una barrera.
En los 29 años que tengo como profesor me tocó ver como se ha ido desvalorizando el papel del profesor, no faltaba quien dijera vas a estudiar “aunque sea de profesor” después de que no ingresaban a la carrera que deseaban.
Sin embargo considero que los docentes debemos aspirar a ser “maestros de humanidad”, e acuerdo con Esteve, viendo la clase como un momento mágico en el que nos transformamos en seres especiales que facilitamos el aprendizaje significativo en los alumnos, que tenemos el desafío de saber cada día más y de lograr que los alumnos aprendan mejor. Convirtamos la tarea de ser maestros en una aventura excitante que nos deje satisfacciones y nos permita formar mejores seres humanos y profesionistas capaces de convivir sanamente con sus semejantes y de implementar mejoras continuas para el mundo en que todos vivimos.
Hola Maestro: Me gusto mucho la presentación de su bitácora, es muy vistosa, ya que tiene colores muy alegres, ami en lo partcicular me gusta mucho el color verde. Por lo que respecta a su trayectoria y experiencia me doy cuenta que es basta y tiene un gran sentido de responsabilidad para con sus estudiantes. Le felicito y sigamos adelante.
ResponderEliminarHola Alfredo:
ResponderEliminarAl igual que tú pienso que la docencia es una aventura, porque cada vez que entramos a un grupo nos enfrentamos a una situación única e irrepetible, de la cual siempre podemos aprender.
Hola Alfredo,
ResponderEliminarSoy de la idea que no existen docentes acabados, que siempre hay algo nuevo que aprender y enseñar, como bien lo mencionas. Las características de nuestros jóvenes no son siempre las mismas, por eso es obligación del docente estar actualizado y en una constante formación.